martes, 7 de diciembre de 2010

Jhon Keats: Una carta desde el cielo

Mi niña más querida:

Quisiera que inventarás algún medio para hacerme feliz sin ti. Cada hora me concentro más en tu persona; el resto no sabe a nada en mi boca. me resulta casi imposible ir a Italia..es que no puedo dejarte, y no gozaré jamás de un minuto de contento mientras la suerte no se digne dejarme de verdad vivir contigo. Pero en esta forma no saldré adelante. Una persona sana como tú no puede concebir los horrores que sufren unos nervios y un temperamento como los míos. A qué isla proyectan retirarse tus amigos? Me sentiría feliz de ir allá contigo, pero solos; las calumnias y los celos de los nuevos colonos que no tienen otra ocupación que ésa para distraerse, son insoportables. Los dos últimos años saben amargos a mi paladar. si no puedo vivir contigo, viviré solo. No creo que mi salud mejore mucho mientras esté separado de ti. Y por todo eso no quiero verte...no puedo soportar los rayos de la luz y volver luego a mis tinieblas. No me siento ahora tan desdichado como lo estaría si te hubiera visto ayer. Ser feliz contigo parece tan imposible..Requiere una estrella más afortunada que la mía...No lo será jamás. Incluyo aquí un pasaje de una de tus cartas que desearía que modificaras un poco..Deseo (si así lo quieres) que la cosa me sea dicha con frialdad. Si mi estado lo tolerara, podría escribir un poema que ronda mi memoria, y que sería un consuelo para mentes en la misma situación que yo. Mostraría a alguien tan enamorado como yo, de una persona viviendo con tanta libertad como tú. Shakespeare resume siempre las cosas del modo más soberano. El corazón de Hamlet estaba henchido de la misma desdicha que el mío. Cuando dijo a Ofelia : "Vete al convento, vete, vete". Si quisiera renunciar a todo de una vez, quisiera morir. Estoy asqueado del mundo brutal en el cual sonríes. Odio a los hombres y más a las mujeres. No veo más que un futuro de espinas...Donde quiera que yo esté el invierno próximo, en Italia o en ninguna parte, Brown seguirá viviendo cerca de ti, con su conducta inconveniente...No veo perspectiva alguna de reposo. Supón que esté en Roma..pues allí, como en un espejo mágico, te estaré viendo ir y volver a la ciudad a toda hora..Quisiera que pudieses infundir en mi corazón un poco de confianza en la naturaleza humana. Yo no puedo alcanzarla..el mundo es demasiado brutal para mí. Me alegra saber que hay tumbas...estoy seguro de que sólo en la mía conoceré el descanso. En todo caso tendré el gusto de no ver nunca más a Dilke, a Brown, o a cualquiera de sus amigos. Quisiera estar en tus brazos, lleno de fe, o que un rayo me fulminara.

Dios te bendiga, J.K. (Agosto de 1820?).

Siempre me he preguntado por qué la gente menos amada y menos beneficiada por la humanidad, dejan grandes obras con una sensibilidad celestial. Jhon Keats, murió a los 25 años de su edad; demasiado joven para morir, demasiada edad para seguir existiendo en un mundo tan brutal, como el mismo lo describió en esta carta. Su paso por la tierra y su gran genialidad, se describirían con elegancia en una frase puesta, escrita por el mismo, en su epitafio : «Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua».


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